Estaban un día las letras discutiendo muy enfurecidas. En concreto, la letra “A” discutía con la letra “E” porque estaba convencida de que ella sonaba mucho mejor y mantenían una polémica abierta de carácter fonético que no conseguían cerrar. Hasta que un día, por fin, llegaron las palabras y comentaron que esas riñas se debían a falta de perspectiva. En concreto, la palabra alegría fue la que más contribuyó a sembrar un poco de lucidez. Y es lógico. Sin la A y la E, la palabra alegría no podía existir. Y es que las letras tienen su esplendor cuando forman palabras y se ponen de acuerdo entre ellas, negociando prácticamente siempre con las consonantes.

Otra gran polémica es la que han mantenido la sal y el aceite, un duro enfrentamiento por descubrir quién estimulaba más intensamente las papilas gustativas y producía un sabor mejor. Hasta que un día, por fin, la ensalada explicó que una buena lechuga y varios ingredientes, son absolutamente necesarios para que, con sal y aceite, produzcan una plena experiencia gastronómica. Así que parece que el éxito radica más en el entendimiento, las cantidades y la armonía en los ingredientes, que en sí en el valor puramente intrínseco de uno solo de ellos.

Por último, está la grave rivalidad que actualmente mantienen las ideologías, ciertamente curiosa esta contienda, ya que las ideas son sólo constructos cognitivos, plasmados principalmente en libros y otras obras. Ahí entre las páginas conviven perfectamente pero cuando les otorgan vida las personas, producen conflictos de alcance inimaginables. Las personas somos como la chispa de una bujía que enciende un motor, solo que a veces lo que encendemos son hogueras.

Así que bueno, discuten ahora fatalmente las ideologías sobre si la izquierda es más justa que la derecha, sobre si la derecha genera más riqueza que la izquierda, también hay una gran disputa entre lo individual y lo colectivo. “¿Quién es más importante ahora, eh?” – Se gritan el uno contra el otro.

Hasta que un día, por fin, aparecerá la sociedad y preguntará: “A ver ideologías, ¿qué podéis aportar cada una de vosotras para hacer de mí una sociedad mejor?” Todas las ideologías, en silencio, se deberán disponen a reflexionar, como lo han hecho las letras, el aceite y también la sal.

La diferencia es una ventaja, no un inconveniente. Aprende a convivir con ella y sé parte de esa mejor sociedad que seguro tú también quieres.

Gracias a la diferencia formamos palabras, ensaladas y sociedades.

¿No te parece?

Javier Lozano de Diego

Fan del pensamiento crítico y divergente

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