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Siembra perfección y obtendrás fracaso. De todos los impedimentos personales que tenemos para ser felices, este seguramente sea uno de los más importantes. La perfección es una semilla que cuando se planta y se riega, termina por dar una flor terrible: la frustración. ¿Por qué? Muy sencillo, la perfección no existe. Por eso, nunca se encuentra. La perfección es sólo una construcción mental, un concepto abstracto que no tiene correspondencia en la existencia, no es real. Nada en el mundo es perfecto.

El perfeccionismo esconde falta de aceptación y resistencia ante la realidad. La realidad siempre es imperfecta.

El antídoto para esta manera enferma de vivir es la aceptación. Nos puede ayudar repetirnos a nosotros mismos el mantra de que lo perfecto es enemigo de lo bueno. Pero, cuidado, no buscar la perfección no tiene nada que ver con no ser exigente, ni con la mediocridad, ni tampoco con el conformismo. Sacar esta conclusión sería algo muy torpe.

Dice la ley de Pareto que con el 20% de esfuerzo se logra el 80% del resultado. ¿Somos conscientes del esfuerzo tan brutal que necesitamos para conseguir ese 20% de resultado extra que nos lleve al 100%, al diez, al absoluto, a la perfección? ¿Merece la pena? ¿Seremos más felices por ello? Necesitaremos un 80% de esfuerzo adicional solamente para conseguir un 20% extra de resultado.

Las cosas deben estar suficientemente bien hechas, no perfectas. Y justo, en esa suficiencia, es donde se pueden encontrar la realización, la satisfacción y la felicidad. Las personas que buscan obsesivamente la perfección viven más frustradas, más enfadadas y son terriblemente duras consigo mismos y con los demás.
Conclusión. La perfección es un concepto ideal que pertenece a nuestra mente y que no tiene correspondencia con nada que exista en el mundo, en la realidad. Esforzarse y exigirse mucho es bueno pero aceptar un mundo imperfecto es uno de los primeros pasos necesarios para poder ser feliz.

 

Un artículo escrito por Javier Lozano de Diego