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Antes de que la ciencia explicara muchos de los fenómenos naturales que suceden en nuestro mundo, las civilizaciones antiguas, como Grecia o Egipto, intentaban explicar todo lo que les rodeaba a través de la mitología. Sin embargo, con el paso del tiempo, esta cosmovisión mitológica del mundo se hacía insuficiente para explicar ciertos fenómenos. Así surgieron las bases de nuestra filosofía occidental, este proceso es conocido como el paso del mito al logos, del misticismo a la razón. Autores como Platón o Aristóteles, reflexionaban profundamente sobre muchos temas que siempre habían inquietado a la humanidad, y lo hacían a través de la dialéctica, del discurso. Uno de los temas a los que prestaron mucha atención fue el amor, una de nuestras grandes cuestiones humanas.
Los antiguos griegos hablaron de cuatro tipos de amor y para mí el significado de cada uno de ellos sigue teniendo pleno sentido hoy en día y creo que esto es así porque hay aspectos de nuestra naturaleza que trascienden al paso del tiempo y al contexto histórico, sencillamente porque son aspectos que hablan de nuestra esencia profunda como seres.
Estos cuatro tipos de amor son: Eros, Philia, Ágape y Storgé. Voy a explicarte cada uno de ellos y compartiré también mi propia percepción sobre los mismos.
Eros
Los griegos definieron Eros como el amor romántico. Lo relacionaban con la pasión, la sensualidad, el deseo físico y la belleza. En la obra de Platón, El Banquete, Eros es el eje principal de discusión.
Yo percibo esta energía en el contacto físico de una caricia, en el encuentro corporal, también en el canto y el baile de un pájaro en cortejo. Eros se despliega colorido como la cola de un pavo real en su ritual de apareamiento, es la sexualidad entendida en su sentido amplio y no solamente en lo genital. Es más bien un impulso hacia la belleza y un deseo de fusión con ella.
Percibo este amor como un instinto erótico, una fuerza creadora de vida, siento su energía en las flores silvestres, en su fragancia que embriaga nuestro olfato, en la belleza espectacular del cerezo florido, de un arce japonés, de la azucena o la trepadora madreselva. Las flores no solamente son el órgano sexual de las plantas, son también la manera que la naturaleza tiene de atraer a los insectos para ser protagonistas de la fecundación, que, en el caso del reino vegetal, se produce a través de ese proceso que llamamos polinización.
Eros actúa en la atracción física, psicológica y emocional, está presente en la excitación ante una voz sensual, es la embriaguez del orgasmo, pero también el aroma tranquilo de la hierba mojada. Percibo esta energía en el fuego, pero también en la belleza de una cascada. También la percibo en la luna llena y en sol, de hecho, tomar el sol me parece un acto muy erótico que realiza una estrella sobre nuestra piel.
Cuando esta energía predomina con fuerza sobre las demás puede confundirnos, arrastrarnos como una droga y disolvernos en el placer dopaminérgico. Es química mágica. Es el lenguaje vibrante del deseo físico y emocional.
Eros tiene mucha fuerza para la unión, es una energía con capacidad iniciadora, pero por sí sola no tiene tanta capacidad para mantener, para conservar. Es elixir, éxtasis y alquimia misteriosa. Es un beso apasionado en los labios y son también cada una de las flechas que dispara Cupido.
Diez palabras que hablan de Eros: anhelo, pasión, atracción, irresistible, ardiente, intenso, romántico, seducción, impulso y placer.
Películas donde está presente este tipo de amor: “Titanic”, “Cincuenta sombras de Grey”, “Crepúsculo” y “Tres metros sobre el cielo”.
Como todas las energías, cuando emiten desde su frecuencia más baja, pueden ser peligrosas. Por ejemplo, Eros confundía a los marineros seducidos por los cantos de las sirenas y estrellaban sus barcos contra las rocas cuando trataban de encontrarlas. Por eso, cuando la energía de Eros es inarmónica puede generar obsesión, dominación, posesión, celos, confusión, inestabilidad emocional, impulsividad, infidelidad, idealización y dependencia.
Philia
Los griegos definieron Philia como la amistad. Aristóteles coloca a Philia en su obra Ética a Nicómaco como concepto central. Para los griegos este tipo de amor era un vínculo importante y virtuoso.
Para Aristóteles existía una philia de los placeres que era la amistad basada en la búsqueda de placeres comunes, también hablaba de una philia de la utilidad, que llamó pragma donde para él la amistad se basaba en la unión para obtener beneficios mutuos, conveniencias, y, por último, la philia más elevada y virtuosa, que es la que nos empuja a buscar el bienestar del otro, su felicidad, es una amistad más desarraigada de nuestros propios intereses.
En mi opinión, Philia es un amor donde hay respeto, reciprocidad, la confianza y el cuidado mutuo, lealtad, conexión y permanencia. Puede ser un amor eterno y profundo. Es la cercanía del abrazo y la unión de la oxitocina.
Identifico a Philia en las amistades verdaderas, íntimas, en las que te acompañan biográficamente desde el principio, en las que siempre están. En la llamada cuando todo te va muy bien, pero sobre todo en la llamada cuando todo te va muy mal. Philia está en la complicidad y en la admiración mutua. Estoy convencido de que es un amor esencial para una vida feliz.
Para mí Philia es como un bálsamo. Es un amor duradero cuyas amistades pueden acompañarte incluso toda una vida. Es un lubricante que facilita el movimiento de los duros engranajes en los que a veces nos sitúa la vida. También es la expresión “¡Quien tiene un amigo tiene un tesoro!”. Es la paz de un lago calmado y también la inmensidad del mar que se pierde en el horizonte.
Películas donde está presente este tipo de amor: “Las ocho montañas”, “E.T.”, “Intocable”, “Paseando a Miss Daisy” y “La historia interminable”.
Diez palabras que hablan de Philia: amistad, lealtad, confianza, compañerismo, empatía, solidaridad, altruismo, hermandad, reciprocidad y apoyo.
Cuando la energía de Philia es inarmónica puede generar dependencia, comparación, expectativas no cumplidas, envidia, desgaste, resentimientos o decepciones.
Ágape
Los griegos definieron Ágape como el amor altruista. Lo relacionaba con el amor incondicional, desinteresado y centrado en el bienestar de los demás. Por eso, en los textos bíblicos, ágape se refiere a una comida de carácter religioso organizada con el objetivo de unir lazos y vínculos afectivos. En la obra El Banquete, la maestra de Sócrates, Diotima de Mantinea, presenta un amor trascendental que va más allá de lo convencional: un amor que está orientado hacia lo eterno.
Para mí, Ágape es el amor de las almas, es un sentimiento espiritual que sucede con más frecuencia en aquellos seres que tienen una conciencia transcendente de la existencia. No obstante, en absoluto lo vinculo a lo religioso ni requiere de ninguna preparación especial, Ágape surge espontáneo en los corazones generosos de innumerables seres. Es trascender nuestras propias emociones y necesidades personales para habitar en una dimensión donde los deseos que surgen son deseos para otros.
Para mí tiene un marcado carácter universal y surge como una voz interior que dice a los seres que quieres: “Deseo que te vaya bien, que estés bien, que te esté yendo bonito” El amor de la amistad, la Philia, también es capaz de generar esos deseos. Pero Ágape va más allá: “Deseo que te vaya mejor que a mí mismo”. Ágape es un regalo, es auténtica luz para otros. Es un tipo de amor que, por momentos, asombrosamente no parece ni siquiera humano. Brota de las almas más puras e ilumina todas las sombras.
Ágape es el lenguaje sutil de las almas más puras, es el agua regando la tierra para dar vida a las plantas, es el traspaso de las fronteras del “yo” para el encuentro con el “tú”.
Diez palabras que hablan de Ágape: incondicional, generoso, bondadoso, espiritual, incorruptible, desinteresado, universal, trascendente, desprendido y altruista.
Películas donde está presente este tipo de amor: “Una mente maravillosa”, “Amelie”, “Forrest Gump”, “La lista de Schindler” y “Cadena de favores”.
En muy raras ocasiones la energía de Ágape es inarmónica porque cuando esta energía surge lo hace de una manera auténtica. No obstante, en algunas personas que estén experimentando por primera vez este tipo de amor, si todavía no lo conocen y no saben vivirlo podría llegar a generar desequilibrio, pérdida de límites, desgaste emocional, frustración y abandono de la vida propia.
Storgé
Los antiguos griegos definieron Storgé como el amor familiar o parental. Se caracteriza por el afecto y el vínculo emocional duradero. Aunque los griegos no dedicaron tanta atención a este tipo de amor como a los otros, algunos poetas como Sófocles y Eurípides llevaron este amor a sus obras.
Yo lo percibo como un amor tranquilo, paciente, que se desarrolla a través del tiempo y la convivencia. Lo puedo ver presente incluso en algunos tipos de comunidades, asociaciones, uniones de muchas personas que a lo largo del tiempo crean vínculos de tipo fraternal. Storgé no tiene por qué ser una unión consanguínea. Es también el amor de algunos grupos, tribus, y por supuesto, de la familia clásica que todos conocemos. Requiere de compromiso y voluntad, y Storgé, al igual que Philia, también puede ser un amor eterno, que dura todo el tiempo mientras existimos.
Diez palabras que hablan de Storgé: familia, protección, seguridad, cuidado, afecto, parentesco, cariño, permanencia, compromiso y vínculo.
Películas donde está presente este tipo de amor: “El Rey León”, “Buscando a Nemo”, “Wonder” y “Mar Adentro”. También está muy presente en la novela de Gabriel García Márquez, Cien Años de Soledad.
Cuando la energía de Storgé es inarmónica puede llevar a un exceso de control, sacrificio personal, pérdida de identidad, conflictos intergeneracionales, expectativas impuestas por otros y sobrecarga emocional.
Aristóteles nombró otro tipo de amor
Es un amor que no se suele nombrar cuando se habla de los otros cuatro tipos de amor pero tiene muchísima importancia y también lo quiero recoger aquí.
Es la Philautía, el amor a uno mismo. Es un amor basado en el reconocimiento personal. Platón también reflexiona acerca de este tipo de amor en su obra Fedro y sugiere que este tipo de amor puede ser un motor para el crecimiento y desarrollo personal. La idea que sostienen los griegos es la de armonizar y equilibrar este amor propio con el amor a los demás. Se trataría también de un amor fundamental, del primer amor imprescindible para poder desarrollar los otros.
Yo lo percibo como un amor imprescindible, como un principio de salud básico en cualquier persona. Un amor cálido, bonito, agradable.
La Philautía es hablarse bien, cuidarse a uno mismo a través de actos concretos, ser tu mejor amigo, tu cómplice eterno y tu mejor abogado también. Es tu secreto de sumario, es quererte también con tus sombras, con tus contradicciones, con tus limitaciones. Es sujetarte a ti mismo en brazos, es tu propia supervivencia, tu felicidad, tu dignidad. Es sentirte cariño, sentirte bien en ti mismo. Es vivir bien en ti.
Sin la energía de la Philautía, muy difícilmente el resto de tipos de amor podrán ser armónicos y honestos. Por eso, cuando antes hablaba de la parte inarmónica de Eros, Philia, Ágape y Storgé, en muchos casos, esa inarmonía surgirá cuando no haya primero un verdadero amor hacia uno mismo.
Reflexión
Creo que todos estamos de acuerdo en que cada relación que establecemos con una persona es única y aunque podemos nombrarla con palabras como amistad, relación de pareja, relación familiar, laboral y muchas otras formas más, en última instancia, no dejan de ser términos, conceptos, incluso solo fonemas. Utilicemos la palabra que utilicemos nunca ésta reflejará la unicidad y singularidad de cada relación. Así podemos jugar con las palabras infinitamente, podemos escribir incluso libros enteros, pero la relación siempre será algo más allá de todo eso.
Una vez explicado este asunto de la dificultad de nombrar con palabras la complejidad de las relaciones humanas y reconociendo sus limitaciones, terminaré explicando qué es una relación de pareja teniendo en cuenta el significado de los antiguos griegos.
Relación de pareja
Entendiendo la relación de pareja como habitualmente se entiende en nuestra sociedad, en su concepto más extendido, sería el amor que surge de la unión armónica entre Eros, Philia y Ágape. Si faltara una sola de estas energías, la relación de pareja terminaría por destruirse.
Si no hubiera Eros, la relación desembocaría en lo que llamamos amistad. Tendríamos la sensación de estar con un compañero, en una situación de convivencia, de llevarse bien, pero faltaría esa chispa, ese aspecto romántico que diferencia la amistad de la pareja.
Si no hay, la relación se siente como una aventura, una pasión, un disfrute, un rollo, una unión sexual, pero se encuentra dificultad en otros terrenos, en sentirnos apoyados, en sentir seguridad, comprensión, visión clara de futuro, permanencia, es un “estoy muy bien contigo y disfruto muchísimo pero no me veo más allá de esto”.
Cuando no hay Ágape, la relación desemboca en un intercambio de intereses, en pactos no escritos, acuerdos no verbalizados que siempre tienen como objetivo la satisfacción de intereses más personales, más egoicos. Aumenta el control, nadie quiere perder, a veces uno puede sentir que se esfuerza demasiado, que no merece la pena, que no obtiene lo que quiere, porque cuando Ágape no está, lo que aparece es la necesidad de obtener. Una relación de pareja sin Ágape puede funcionar, pero será una relación más utilitarista entre dos personas que se utilizan mutuamente y que obtienen beneficios que les compensan también mutuamente.
Preguntas
Como ves, he explicado los cuatro tipos de amor según los griegos y te he dado también mi opinión personal y observaciones sobre cada uno de ellos. Ahora te invito a que te hagas algunas preguntas: ¿Puedes identificar en tus relaciones personales estas energías? ¿Hay alguna energía o tipo de amor que te resulte más fácil o más difícil sentir? ¿Te identificas mucho con alguno de estos tipos de amor en concreto? ¿Te gustaría cambiar algo en tu vivencia de estas energías?
Un artículo original de
Javier Lozano de Diego
Coach de desarrollo personal