383 palabras.

Imagina que coges las 27 letras del abecedario y todos los signos de puntuación, cada letra y cada signo fabricado en un cuadradito de papel. Introdúcelos en una bolsa y agita. Imagina que esto lo pudieras hacer con infinitas bolsas, colocadas encima de infinitas mesas, cada bolsa en su mesa, en un espacio infinito también. Por último, imagina que lanzas al aire los cuadraditos de todas las bolsas y dejas que se posen en el suelo. Repites este suceso infinitas veces.

Si anotaras en un papel el orden de aparición de las letras, como si fuera el azar quién estuviera escribiendo, una de esas veces, los cuadraditos escribirían un fragmento que coincidiría exactamente con este texto que estás leyendo ahora mismo. Da un poco de vértigo pensarlo porque realmente yo no sé si estoy creando un artículo nuevo para mí blog o eligiendo matemáticamente una de esas posibilidades de ese continuo infinito. Es algo, que conceptualmente, está lleno de belleza.

Por eso el infinito es tan fascinante y por eso lo elegí para mi blog. No es un adorno hueco, es un concepto que siempre ha llamado mi atención y no deja de hacerlo. Inabarcable y lleno de secretos. Y es que dentro de una piedra están todas las posibles esculturas que el escultor crea. No sabemos si las crea o las elige porque en el fondo una cosa y la otra podrían ser lo mismo.

Más impactante aún es el juego que el infinito y el presente mantienen. Me parece, por ejemplo, único e irrepetible este momento, en el que me estás leyendo, en el que estás respirando, parpadeando tal vez al leer estas palabras, o ya lo has hecho justo en las anteriores. Puede que estés en un sofá, o en una silla, con un móvil o con un ordenador, o con quién sabe qué. Pero que tú, en este momento, estés detrás de cada palabra, en estas circunstancias, en este instante y contexto preciso… es algo único. Y tiene, por lo tanto, un inmenso valor porque eres, de todas las opciones en el horizonte infinito de sucesos, la que está sucediendo realmente. Aquí y ahora hemos formado juntos, yo al escribir y tú al leerme, un suceso único de entre todas las posibilidades que habían y que no eran esta.

Disfruta de la inmensidad

Un artículo original de Javier L. de Diego