300 palabras.

Inabarcable y misterioso, como un agujero negro, a veces construye y a veces destruye, pues es ambivalente desde todos sus ángulos. A veces habla más que mil palabras, a veces persigue, impregna e invade. Es pregunta y a la vez respuesta. El silencio.

Es lo que queda cuando se apaga una vida, cuando alguien se marcha, dejando un inmenso vacío, el que un día esa vida llenaba.

A veces es helador, inasumible y duro. Otras veces es acogedor, sereno y con poder calmante.

Es también el lugar donde se refugian los cobardes, los que ocultan y los que callan. Los que no se mojan. Todas las personas fraude se esconden en el silencio.

Es el pozo donde se ahoga lo que se quiere eliminar, lo que nunca se quiso hacer, pero se hizo, el escondite de arrepentimientos bajo cerraduras de autoengaño.

Es también el arma de los que quieren aniquilar las mentes críticas, el arma de los dogmáticos que quieren silenciar las voces incómodas. Es la censura, el miedo y los temas tabús: de esto no se habla.

Es también el amor cómplice. El silencio cómodo de los que se aman pero también el silencio molesto de los que tienen que llenar todo continuamente con palabras.

Es lugar de retiro, el silencio terapéutico, el que permite que la mente hable y el corazón se abra.

El silencio cuando no se encuentran las palabras, cuando lo que se siente es complejo, es gigante y desborda el alma.

Es la belleza de las mentes que se piensan y se recuerdan, en silencio.

El silencio después del ruido, que calma y tranquiliza.

El silencio pacífico cuando cesan las armas

El silencio detrás del sufrimiento en soledad

Qué inexplicable, profundo y poderoso…

Qué misterioso…

El silencio.

Un artículo original de Javier Lozano de Diego