780 palabras.

La tensión de la cuerda crecía y crecía, y era tanto más grande, como la fuerza de quienes tiraban de los extremos. Los deberías ser y quien realmente se es. La naturaleza, pura, no se rendía fácilmente pero los debería castigaban con mucho dolor y usaban la mayor arma que existe en la tierra: la culpa.

¡Siéntete mal contigo misma por no seguir el camino de los debería!

Así está ella, por dentro.

Padece ansiedad y su infelicidad es el resultado de su agotamiento. Está cansada de ser espectadora de su propia lucha interior, que no sabe cómo detener. Desde su infancia le enseñaron a no estar bien consigo misma. A ella, sin ser consciente, le obligaron muy pronto a jugar a este macabro juego de la cuerda. En muchas ocasiones sólo le quisieron en la medida en que ella respondía a lo que se esperaba, siendo la niña buena y correcta, bien educada. Cuando no lo hacía, sólo observaba enfado en los demás. Aunque el que realmente más le dolía era el enfado de sus padres.

A ella nunca la educaron, a ella la domesticaron 1.

En cuanto los debería aparecieron en su vida, su naturaleza salvaje se puso frente a ellos y misteriosamente apareció la cuerda de la nada. Ambos, se miraron frente a frente, desde los extremos, en silencio.

-Sólo se te puede querer si eres buena. – le dijo enfadado el debería más peligroso de todos, el afectivo.

-Entiendo lo que dices pero nunca me sentiré del todo querida si me pones condiciones, ya que la única forma de que me sienta querida es que lo hagas por lo que soy de manera espontánea, simple y pura, no por lo que esperas de mí – respondió su naturaleza salvaje.

Y así comenzó la competición que todavía hoy continúa.

Ella lleva años con esta lucha interior. Harta de interpretar el papel de alguien que en el fondo no es. De contentar primero a los demás y a ella misma siempre la última. De destacar siempre en su trabajo y tener que demostrar continuamente su valía, de necesitar que todos le reconozcan que vale mucho, que lo hace muy bien y que es merecedora de reconocimiento y de amor.

Ella se siente a veces perdida de sí misma pero su naturaleza no se ha rendido todavía. Un pequeño aliento de su auténtica esencia sigue vivo.

Un día una persona, ajena al origen y a la existencia de esta lucha, leyó estas palabras y estas líneas. Y escuchó también las voces de los deberías, de las acusaciones y de las personas que le dicen que tiene que cambiar, recordándole constantemente sus defectos.

Y se hizo consciente de la existencia de su lucha interior. Y de la tensión de la cuerda. Y sucedió.

No hay vuelta atrás cuando alguien ve su propia cuerda. Es cuestión de tiempo que un día la propia naturaleza deje de tirar de ella y que los deberías se caigan hacia atrás, repentinamente, por la inercia.

-Si no haces lo que te decimos te sentirás rechazada – Gritan.

-Si no sigues nuestro camino no eres buena, no eres digna. – Repiten

Pero cuando no hay tensión uno se siente feliz. Ya no hay quien detenga ese camino.

Se terminó el juego. Se terminó el sufrimiento.

En ese momento una se pone el centro del escenario de la vida y dice:

“Yo soy la única protagonista, no voy a aceptar ningún otro papel, ningún otro guion, a partir de ahora yo voy a escribir mi propia historia. La de mi vida.”

 

Y ahora dime, ¿tú también has visto la cuerda?

 

Un artículo original de Javier Lozano de Diego

 

1 Educación es regar a las personas para que florezcan con sus propias flores y se quieran a sí mismos primero para poder querer a los demás después. Domesticación es convertir a alguien en el patrón correcto, desde el punto de vista social, moral y cultural de cada momento. ¡Cuidado! En esta cuestión no hay culpables, sólo víctimas. Todo el mundo es presa de la ignorancia. Cada uno hace lo que puede o lo que mejor sabe.

 

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