1.156 palabras.
El motivo por el que muchas personas permanecen encerradas es porque desconocen que la puerta más importante se abre hacia adentro. Esta convicción mía no parte de ningún tipo de sabiduría superior, no veo en mí más sabiduría que la que a todos nos brinda la propia experiencia. En realidad, solamente es un pensamiento que parte de la observación de los demás y también de la observación en mí. No sé si esto que llamamos vida, universo, existencia, casualidad o causalidad (mi eterno dilema) han querido que yo tenga los grandes amigos que tengo, lo cierto es que en algunos de ellos es donde he visto abrirse esa puerta hacia adentro.
Me voy a detener para bucear profundo en esto. No es la primera vez que me quedo sin oxígeno al sumergirme hondo dentro de una idea, pero reconozco que juego con ventaja, mis amigos y mi familia me rescatan siempre. Es mi secreto. O lo era hasta hace ocho palabras atrás.
La metáfora de una puerta me permite elaborar este mensaje de una manera sencilla. Y es que una puerta, en esencia, es una construcción tremendamente poderosa. Las utilizamos de manera cotidiana sin ser conscientes de su importancia. Pero este es el riesgo de lo cotidiano, que siempre termina aniquilando al asombro y a la novedad. Dicen que esto se llama acostumbrarse.
Sigo.
Una puerta es un atravesar. Es la conexión de dos ámbitos, de dos realidades. Separa, por ejemplo, estancias en los hogares, estancias que tienen propósitos distintos, no solo en cuanto a usabilidad sino también en cuanto a objetivos. Las estancias no son solo para estar, aunque su origen etimológico así lo evoque.
Me interesa ahondar más en la intención con la que se crea una puerta.
Como decía atrás, una puerta conecta dos realidades, que, por algún tipo de circunstancia, en algún momento deben estar separadas. Nosotros, de manera voluntaria podemos transportarnos de una realidad a otra, al igual que nos transportamos de una estancia a otra de nuestra casa. De todas las puertas que yo he conocido, creo que hay una que es la más importante. Se abre hacia adentro. Es la puerta a tu ser.
No se puede abrir una puerta si solo vemos una pared. Es sencillo, en la oscuridad no se puede ver. Así que, sígueme, voy a intentar llevarte a ti.
La mayoría de las personas conocen más el ámbito de lo que hay fuera de su ser, que dentro. Vivimos un tanto anestesiados por el ocio, de espaldas a nosotros. Thorstein Veblen publicó en 1899 su aguda Teoría de la clase ociosa, un trabajo profundo y lúcido en el que se analizan los mecanismos que llevan a una sociedad a apropiarse del ocio y entregarse al consumo.
Llama mi atención la gran cantidad de tiempo que dedicamos a las experiencias de carácter más hedónico, cierto abuso del ocio por el ocio y especialmente del consumo por el consumo, en sentido amplio. Todo dirigido a las experiencias del placer en la búsqueda de una estimulación continua de los circuitos dopaminérgicos.
Sí, somos una sociedad adicta a la dopamina.
En contraposición, dedicamos, en general, poco tiempo al ámbito interno, al nosotros, que es nuestro ser más puro, más nuestro, que está siempre allá donde vamos porque es inherente y nos acompaña por el mundo, en cada segundo. Está ahí, aunque no seamos conscientes, pese al ruido y la contaminación de ese tipo de consumo distractivo y excesivo. Ese ámbito interno es nuestra naturaleza esencial y cuando nos conectamos ahí, a nosotros, todo fluye. Para conectarse hay que abrir una puerta hacia adentro, tiene un funcionamiento paradójico porque precisamente se cierra cuando se intenta abrir hacia afuera.
Según mi experiencia personal y lo que observo en otros, para mí hay tres ingredientes que permiten la mirada interior: la soledad, el silencio y la atención.
Así que ya te estoy dando la pista para ver en la oscuridad porque son esos tres ingredientes los que forman parte de la puerta que te llevará hacia ti.
Te hablo de ellos.
La soledad nos permite vernos a nosotros sin referencia de otros, genera un contexto en el que la relación de nuestro ser solo puede darse consigo mismo. La ausencia de otros genera una potente presencia de nosotros. No desperdicies nunca una oportunidad de soledad para encontrarte cuando lo necesites. Vigila si huyes de ella, porque es posible que sin saberlo estés huyendo de ti o de algo que hay dentro en ti. Cuando uno se queda a solas se queda con todo. Si hay demonios en ti, también te harán compañía. Acógelos. Sé una casa de huéspedes como dijo Rumi, poeta sufí, en su poema del siglo XIII.
Por otro lado, el silencio es la ausencia de estímulos sensoriales auditivos, pero hablo también de un silencio sensorialmente más amplio, también visual, olfativo y táctil. Es decir, un lugar de baja estimulación que no contamine tu sistema nervioso y te permita escuchar lo que hay dentro de ti sin la distracción de lo que sucede fuera. El silencio es lo que permite el sonido, reduce el ruido de tu alrededor y podrás escuchar nuevas cosas.
Por último, la atención. Una mirada consciente hacia el presente que discurre y la experiencia de estar vivo, como vivo está un río en el que ves fluir el agua. Una mirada desde la apertura, que no juzga lo que ve, sino que atiende simplemente lo que hay. Una observación sin expectativa, limpia, que accede inocente con el único propósito de ver lo que aparece. La meditación consciente es la mejor manera que conozco de prestar esta atención de la que te hablo.
Con estas tres cosas, y con un auto compromiso personal, abrirás la puerta hacia adentro: te descubrirás y te conectarás. Con la práctica habitual, repitiendo esta manera de abrir esa puerta que lleva hacia uno mismo, es como sucede la magia. Tu vida se transforma, tu ser se armoniza con el entorno creando una coherencia, difícil de tejer al principio porque uno debe abandonar muchas cosas de las que antes hacía. Cuando uno escucha su propia verdad, no hay marcha atrás. Eso supone el principio de un proceso transformador que se abrirá hueco por cualquier grieta de tu ser, hasta brotar de manera completa. Todo lo que atiendas o no, ese emerger, facilitará o no la expresión de quién eres. Es necesario ser consciente de que a veces para construir es necesario destruir primero. Puede sonar violento, lo sé, llamémosle entonces desaprender. Lo que está claro es que no puede haber algo donde no hay hueco para que esté. Entonces, te pregunto:
¿Quieres hacer un hueco para ti en tu vida?
Sé valiente. Sólo tienes esta oportunidad. Que sepamos.
Un artículo original de
Javier Lozano de Diego
Estas líneas han sido escritas mientras se escuchaba estas canciones:
Sigma, de Epic Soul Factory, Cesc Vilá y Fran Soto The Edge of Consciousness de Iván Torrent